sábado, 21 de mayo de 2016
Cuando todo cae a su sitio...
Hay días que simplemente sales a pasear y otros que buscas cumplir un objetivo. Y este último caso era el de aquel día de invierno de 2014. Estábamos en el momento justo, con la invernada consolidada y los grupos de aves bien establecidos y...simplemente...tocaba.
Buscamos una de sus playas favoritas en el litoral coruñés. Larga, muy larga; y con un ancho cordón dunar. El sitio idóneo. Uno de los hábitats favoritos de invernada del Escribano nival (Plectrophenax nivalis) en Galicia. Comenzamos por una de sus esquinas, nos separamos unos 20 metros, y comenzamos a batir la zona. Despacio, con cuidado, tomándonos nuestro tiempo.
Siempre empiezas animado pero según consumes terreno y no aparece lo que buscas te vas apagando, conforme simplemente con el largo paseo. Y ese parecía ser el caso de ese día. Tras una larga hora llegábamos al final de la playa. A menos de 20 metros hubimos de dar vuelta, pero nos empecinamos en terminar y, en ese momento, llega una bando de pajarillos volando. Caen detrás de nosotros..a unos 30 metros. Nos acercamos despacio y son los nivales. Quizás nos vayan a dar una oportunidad.
No es un pájaro fácil y el entorno no ayuda. Muy sucio. Ellos a lo suyo, alimentándose como ratones, siempre pegados al suelo y sin levantar la cabeza. Toda suerte de briznas de hierbas y basura de la marea no dejan componer ni una foto.
Y entonces hay un momento en el que todo se acopla, cuando todo cae a su sitio. El nival va a atravesar un claro y levanta la cabeza. Dos fotos para asegurar y la última como me gusta: a rás, apretada...
Objetivo cumplido.
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